Te conocí como turista, guiri dirían aquí.

 

Te conocí apurada y abrumada por tanta belleza, con ganas de no perderme ni un solo rincón; me los perdí todos, lo digo con certeza ahora que te he vivido.

 

Ahora te conozco como se conocen a los amores eternos, con calma y detalle, cada herida y cicatriz, cada grandeza. He logrado detenerme en cada esquina a admirarte, a ti, Barcelona, que mientras te he conocido pude conocerme a mí, dejar atrás a aquella turista perdida y fundir mi rutina con la tuya. Eres sagrada para mí.

 

Tus playas, tus montañas, tu arquitectura sin igual, tus calles con tanta vida y tanta gente… me han quedado miles de cosas pendientes contigo, historias. Me voy y ya estoy deseando regresar, pero te dejo mi amor junto a la promesa de no olvidarte.

 

Barcelona, me has dado tanto que no me queda más que dedicarte mi primer libro, libro que escribí contigo, cuando estaba tan perdida que tuve que empezar de cero, me ayudaste, me acompañaste y me decías a gritos: “Tienes que Reescribirte”.

 

Así comenzó Reescribirte y ahora que casi está listo es momento de mi despedida, me toca volar en otros cielos aunque por el resto de mi vida siga pensando en ti.

 

Merci Barcelona.