Conversaciones Terapéuticas

Las conversaciones terapéuticas, es una idea que nació de la impotencia, sí, de las cosas negativas también surgen cosas maravillosas. Desde que comencé Siempre Ambivalencia, muchas personas se han atrevido a contarme historias, dolores, miedos… por mensajes privados, y siempre, siempre he dado lo mejor de mí en cada respuesta, pero esas conversaciones han sido limitadas, cortas y me han hecho sentir impotencia por no poder hablar más, acompañar más, ayudar más.

Hace años que quiero crear este espacio, pero el miedo me tuvo paralizada. Fui dando pasos, preparándome, ensayando con la intención de sentirme lista y adivinen: NO me sentí lista, pero sí DECIDIDA porque creo en mí, creo que las personas que quieren sanar sus heridas y aquí sé que puedo entregarme más y mejor.

Comunicar, es inevitable, tenemos ese poder innato, ¿y si empezamos a usarlo de forma consciente? ¿Y si hablando de nuestro dolor empezamos a sanarlo?

En las conversaciones terapéuticas vamos a hacer un trabajo activo, no se sana solo hablando, hace falta hacer. Y creo que ese es el elemento diferenciador de este espacio, que vamos a pasar del dolor, el miedo, etc, a la acción. Evidentemente, todo dependerá del caso, de los ritmos de cada persona, y tampoco será un trabajo abrumador. Serán pequeños pasos o modificaciones que nos acerquen a ese estado de bienestar tan anhelado.
Las conversaciones terapéuticas, es una forma de agradecerles la confianza y al mismo tiempo, la forma que encontré para escucharlos y entregarles todo lo que sé.

Para reserva una sesión (la primera es 1hy30min de duración), haz click aquí

Hablemos de la ansiedad…

La ansiedad ha dejado de ser un tabú, todos aceptamos que hemos sufrido episodios fuertes de ansiedad al menos una vez en la vida, incluso, hay personas que se han colocado la etiqueta de persona ansiosa para justificarse. Hablamos con normalidad de la ansiedad, vemos en todas partes información de lo que no debes decirle a una persona ansiosa, consejos para controlarla, etc, pero nada parece funcionar, la ansiedad no se va y estamos cansados de luchar contra ella, ¿de verdad luchamos? ¿Luchar es la solución? ¿Nos hemos detenido a pensar en qué nos está diciendo la ansiedad?

Este fin de semana tuve una conversación interesante sobre la ansiedad; esta persona estaba hablando de su trabajo y se quejaba del nivel de estrés que maneja, de las horas extras y de sus compañeros, también se quejaba del poco tiempo que tiene para hacer sus cosas, del poco ejercicio que hace, lo mal que come y de la soledad, en un punto de la conversación me dice ¨Hay momentos en los que no puedo controlar la ansiedad, me sobrepasa. El problema de todo es que sufro de ansiedad ̈… Deje que se desahogara y entonces confronté ¨¿Y qué haces para gestionar la ansiedad o para acercarte a hacer todo lo que quieres? ̈. No hubo respuesta.

La ansiedad NO va a disminuir con quejas y lamentos, tampoco con la empatía de otras personas.

Le decía a esta persona que probablemente estaba evadiendo muchas emociones/situaciones y lo reconoció, me dijo que tenía demasiadas cosas guardadas que nunca había hablado con nadie porque no tenía con quien hablar. Podríamos analizar sus palabras y concluir que se trata de una excusa, pero no es tan sencillo, esta persona realmente siente incapacidad para abrirse a la vulnerabilidad. En estos casos, se necesita un acompañamiento más comprensivo y lento, sin dejar de confrontar claro.

 

Cada persona es un mundo, igualmente los motivos de su ansiedad y la manera de gestionarlos, pero quiero dejarles tres de cosas que he comprobado que siempre alivian:

-Aprender a respirar: la respiración es la herramienta estrella para gestionar la ansiedad. Esto lo podemos hablar más a fondo, pero puedes practicar hacer respiraciones conscientes y profundas a lo largo del día y sobre todo cuando sientas tensión.
-Dedícate 5 minutos: Diariamente, dedica 5min para hacer algo que disfrutes en soledad, suena fácil, pero comprometernos con nosotros mismos cuando sufrimos de ansiedad es una tarea titánica, básicamente porque las cosas pendientes parecen ser más importantes.

-Haz lo que sabes que puede ayudarte: siempre, siempre, siempre hay algo en nuestra mente que sabemos que nos ayudaría a sentirnos mejor, al menos un poco, pero la resistencia, el perfeccionismo y las excusas no nos dejan, ¿qué es eso que puede ayudarte? Empieza a aplicarlo aunque no sea en el tiempo y la forma que querías, empieza.

 

Y como extra, te invito a que reserves una Conversación terapéutica si en algún momento te ha llamado la atención. Probar algo nuevo da miedo, entiendo, pero ¿Y si te saca de donde estás? Las Conversaciones terapéuticas no requieren un compromiso rígido ni número de sesiones específicas.
Vamos a tu ritmo, pero vamos, sal del estancamiento.

 

 

Laura Barrera Iglio

 

Las personas que suman o restan en la lucha

¿Cuánto poder le das a las personas de tu entorno? ¿Alguna suma? ¿Dejas que te resten?

Nuestro entorno es importante porque, aunque luchamos solos para lograr lo que nos proponemos, las personas de nuestro entorno pueden facilitar o entorpecer nuestro camino, de forma consciente o inconsciente. En mi ebook El cambio y su resistencia, hablo sobre la resistencia a nuestro cambio que puede surgir en otros cuando decidimos hacer ajustes en nuestro comportamiento o norte, básicamente porque nuestros actos, una manera u otra, siempre repercuten en la dinámica de nuestras relaciones o por ende nuestro cambio “mueve” a la otra persona.

Somos un círculo con nuestro entorno, un engranaje que va girando de manera armoniosa y rutinaria, pero si una pequeña pieza de este engranaje se estanca o intenta cambiar de dirección, los giros de detienen. Una pequeñísima pieza puede cambiar el sentido habitual, y eso, al resto del engranaje le va a causar incomodidad. Así nace la resistencia.

Si nuestra ruta está bien marcada, si tenemos claro lo que queremos, por qué lo queremos y para qué, será difícil que la resistencia de otros nos gane la batalla porque entendemos que no estamos luchando contra ellos, sino contra nuestra vieja forma de hacer las cosas. Y ellos, aunque crean que luchan contra nosotros, realmente luchan contra una nueva forma de hacer las cosas, pero es más sencillo culpar a otros, señalar, quedarnos en la forma conocida (generalmente cómoda) de ser, hacer y sentir.

Las personas que suman son las personas que nos escuchan, nos acompañan, nos apoyan y hasta nos ayudan a lograr lo que nos proponemos sin juzgarnos, también, las personas que suman son las personas que simplemente se mantienen al margen, respetando nuestros cambios.

Las personas que restan creo que no es necesario describirlas porque básicamente si intervienen con juicios, críticas, desvaloración, negatividad… si son personas que quieren convencernos de que estamos equivocados o de que su forma de pensar es lo mejor para nosotros, sin duda restan. Es nuestro proceso y necesitamos protegernos de este tipo de personas.

Nos podemos encontrar con personas que aporten de forma ambivalente, es decir, en algunos momentos suma y en otros momentos resta, y por supuesto nos confunde; aquí vale la pena detenerse a analizar ¿Me suma más de lo que me resta o viceversa? Porque podemos tomar lo “bueno” y desechar lo “malo”, pero si nos quita energía tal vez sea mejor marcar límites.

 

Cuando delineamos los límites y se los hacemos saber a las personas, se pueden herir sensibilidades, es importante entender que no somos responsables de las reacciones de los demás. Solo somos responsables de protegernos y de construir nuestro propio camino. Luchamos solos, nos cuidamos solos, nos sostenemos solos. Si alguien no acepta nuestro cambio o nuestra lucha, o se incomoda con los límites que le colocamos, es algo que esa persona tiene que lidiar y trabajar, no nosotros. Es justamente en este punto, cuando el otro se queja, que solemos cuestionarnos e incluso tirar la toalla, y de nuevo repito: esta es tu lucha, tu proceso y su camino.

Si se tiene que romper todo, o cambiar todo, que así sea con tal de que seas fiel a ti.

 

 

Laura Barrera Iglio