El viaje que aún no he hecho

Es como saber que voy a ir a ser feliz y que luego va a doler.

 

Ya les contaré más adelante mi nueva colección de anhelos y recuerdos. Es muy difícil, a veces, la ambivalencia. Aunque siempre me seduce y hace que mi mente viaje en pensamientos y perspectivas, hoy es especialmente dura.

Tal vez porque me anticipo, o no sé si será la experiencia pero sin duda lo que pronto será dulce, luego se convertirá en amargo.

 

Pronto voy a reencontrarme, solo por unos días con mi gran amor. Me está esperando. Pronto voy a cruzar el continente que nos separa. Lo pienso y me estremezco. ¿Cómo será eso de abrazarte? Creo que ya no puedo recordar cómo se siente tu piel.

 

Han pasado muchos años. En cada momento especial siempre he querido correr a contarte pero termino conformándome con las pocas y limitadas veces que hablamos al año. Esta vez será diferente.

 

Iremos por las calles de la mano, me enseñarás todo lo que te gusta de tu bella ciudad. Estoy segura de que no voy a soltarte ni un segundo. Lo imagino y suspiro de ganas.

 

Pero… siempre ese pero que lo destruye todo. Cinco días, solo cinco días contigo es casi nada si los comparamos con los años que tengo extrañándote. Cinco días… la ansiedad me invade.

 

Pero. Sí. Otro pero. Prefiero dar todo por esos cinco días. No importa que después venga la despedida. No importa que sea, probablemente, nuestra última vez. No importa que luego te extrañe el doble porque planeo disfrutar y grabar cada momento para no olvidarte nunca. Ja. Como si eso fuese posible.

 

Supongo que ya notas como me está afectando la ambivalencia, estas ganas tan locas de verte y ese miedo profundo de saber que me volveré a ir.

 

La primera vez que te dejé, era joven. Tenía la ilusión —que merma con los años— de comerme el mundo. Ahora entiendo por qué llorabas con aquella intensidad, aquel enero en el aeropuerto. Esta vez, lloraré yo igual, sé que no querré irme. Me da tanta impotencia dejarte. A ti, que te mereces todo lo que no he podido darte. Ya siento el nudo en la garganta. Abuela, tiemblo de miedo de pensar que este pudiera ser nuestro último abrazo.

Pero, si puedo disfrutar cinco días más contigo, vale la pena el dolor que vendrá.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *