No te olvido porque cada día te entiendo más pero no me culpes si cada día te recuerdo menos.
Aprendí a vivir sin ti, con el nudo en la garganta de extrañarte cada noche… Los días se fueron haciendo ligeros, el nudo más pequeño aunque sigue aquí, y los momentos felices lograban opacarte casi por completo. Era muy niña para entenderte y tú muy inseguro para tener la valentía de luchar por mí.
Te retaba y reprochaba, te gritaba con la furia de este amor acumulado.
Pero nunca lo entendiste, que tus cartas de amor una vez al año nunca fueron suficientes, que oscureciste mi inocencia con tus prioridades materiales y que yo también era débil, tanto, que no supe ser diferente a ti.
Ahora que no estas no sé como adornar de paz nuestra historia, ni siquiera las palabras pueden expresar la impotencia que siento al saber que ya nunca podremos ser quienes quisimos ser, que nunca tendré otra carta con tu letra, ni reproches… ni tu mirada que me contaba todo lo que sentías y nunca supe escuchar.
¿Cómo explicarte que no he podido perdonarte? Que solo me faltaron más abrazos, más momentos, más chistes y atención. Que solo me faltó todo lo que a ti tampoco te dieron.
Esta es mi forma de llorarte.
Laura Barrera Iglio