La Luna y Cupido

Desde el día que te vi, supe que Cupido había jugado su papel; desde aquel día, sin decirlo, te entregué en un beso todo el amor que tenía para dar.

Y años más tarde estoy aquí, en el lugar donde empezamos, reclamándole a Cupido tanto dolor, sintiéndome cada día más vacía, más insegura y menos feliz. Me has quitado todo, incluso mis esperanzas.

Estoy amándote cada día más, esperando que te decidas por mí, ya que por fin la has dejado, es mi turno de ser feliz.

Pero también lucho contra el amor, sobre todo por las noches, cuando te vas y quedo sola con la luna, que me tortura y me recuerda que te encontré con aquella mujer, la culpable de mi desconfianza y mis celos. Le grito al amor que cuando al fin estemos juntos, a mi modo, tendré la felicidad que tanto anhelo, porque ya intenté alejarme y no pude… ahora que todo está bien no pienso dejarte. Nadie entiende que cuando estoy contigo no hay problemas ni errores, no hay reproches ni dudas; es perfecto… solo cuando estamos tú y yo.

También hay noches que le doy la razón a la luna, hablamos de lo diferente que se siente tenerte entero, pienso que era mejor cuando te tenía a medias, en ese tiempo de espera te imaginé de tantas maneras que creo que te idealicé y ahora que eres real no te sientes como en mis planes. Yo tampoco lo entiendo, a veces pienso que merezco algo mejor, un amor sin heridas ni mentiras, sin desconfianza ni medida.

He justificado mis acciones, incluso cuando sacas lo peor de mí; he resaltado tus cosas buenas para aferrarme a ellas… y tus cosas malas, esas también las justifico.

Sigo esperando, pero cada vez más lejos del final feliz. Sigo amando, pero cada vez más lejos del para siempre. Sigo hablando con la luna, pero cada vez más lejos de ti.

 

La historia de este par comenzó 4 años atrás, se conocieron en el trabajo y ella se enamoró en seguida. Él no tenía novia, meses después ella se entera que tenía esposa por conveniencia (pero estaban separados), ella aceptó vivir a escondidas mientras él lograba su cometido con la esposa, un par de años más tarde, ella sale con sus amigas y se lo encuentra bailando con la esposa.

Ella confronta a la esposa y las dos lo dejan, él corre desesperado a suplicar el perdón de la protagonista de esta historia, en su desesperación él le pide matrimonio pero ella no aceptó… aunque sí lo perdonó.

Ahora que está bien, él no quiere mudarse con ella, quiere ir con calma y ella que sigue perdidamente enamorada ha comenzado el trabajo interno de quererse y ponerse como prioridad.

 

Esta es una relación ambivalente, tóxica, porque todo el amor es sinónimo de dolor, porque todo el dolor es sinónimo de rencor, el rencor se traduce en miedo, y al final, el miedo que no sabe qué hacer decide seguir amando un poco más.

Y no, Cupido no se equivoca, él te flecha y te sacude los miedos, te hace amar con todas tus fuerzas y te enseña lo que duele no ser correspondido. Cupido te flecha con la intención de que te ames y luego ames a otro… y te asegura que si lo haces al revés va a doler porque el amor si no comienza en nosotros mismos no es amor.

 

Laura Barrera Iglio

 

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