Quería hablarles sobre la historia de amor más bonita del mundo pero no puedo, no puedo porque no existe, o más bien existe y todas la hemos vivido pero por una razón u otra ha acabado.
La historia más bonita la tenemos guardada en el fondo de la memoria como una herida que no dejamos cicatrizar, un sabor agridulce por haberla vivido y porque terminó… o terminará. La tenemos guardada con mucho cuidado y recelo, la contemplamos a escondidas y suspiramos al revivir aquellos sentimientos.
La historia en algún punto deja de doler y aprendemos a vivir con un anhelo que no lastima, si no que más bien nos acompaña. Y nos volvemos a enamorar, y construimos otra historia, un futuro totalmente diferente al que soñábamos pero con el recordatorio latente de lo que pudo ser y no fue. Tal vez ese sea el gran mal de las mujeres, la incapacidad de olvidar.
En momentos de ira con el presente pataleamos queriendo volver a nuestra historia bonita… de la cual no queda nada, y no solo no queda nada, es que en realidad no fue tan bonita, tan solo una ilusión que vive en nuestra mente.
La historia no existe, la hemos creado, él no está del otro lado del océano contemplando en la luna nuestro recuerdo, no sueña con el pasado en un futuro, no suspira ni abraza las almohadas imaginando nuestro olor. Aunque queramos creer que sí, él nunca nos amó con la misma intensidad. Y aunque probablemente hayamos sido lo más bonito de su historia los hombres si olvidan, tal vez ese sea su mal.
La historia de amor más bonita del mundo no existió… porque tú y yo al final de los finales, cobardemente, preferimos olvidar.
Aunque yo no olvide, al menos tú si cumpliste la promesa.
Laura Barrera Iglio
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