¿Cuánto poder le das a las personas de tu entorno? ¿Alguna suma? ¿Dejas que te resten?

Nuestro entorno es importante porque, aunque luchamos solos para lograr lo que nos proponemos, las personas de nuestro entorno pueden facilitar o entorpecer nuestro camino, de forma consciente o inconsciente. En mi ebook El cambio y su resistencia, hablo sobre la resistencia a nuestro cambio que puede surgir en otros cuando decidimos hacer ajustes en nuestro comportamiento o norte, básicamente porque nuestros actos, una manera u otra, siempre repercuten en la dinámica de nuestras relaciones o por ende nuestro cambio “mueve” a la otra persona.

Somos un círculo con nuestro entorno, un engranaje que va girando de manera armoniosa y rutinaria, pero si una pequeña pieza de este engranaje se estanca o intenta cambiar de dirección, los giros de detienen. Una pequeñísima pieza puede cambiar el sentido habitual, y eso, al resto del engranaje le va a causar incomodidad. Así nace la resistencia.

Si nuestra ruta está bien marcada, si tenemos claro lo que queremos, por qué lo queremos y para qué, será difícil que la resistencia de otros nos gane la batalla porque entendemos que no estamos luchando contra ellos, sino contra nuestra vieja forma de hacer las cosas. Y ellos, aunque crean que luchan contra nosotros, realmente luchan contra una nueva forma de hacer las cosas, pero es más sencillo culpar a otros, señalar, quedarnos en la forma conocida (generalmente cómoda) de ser, hacer y sentir.

Las personas que suman son las personas que nos escuchan, nos acompañan, nos apoyan y hasta nos ayudan a lograr lo que nos proponemos sin juzgarnos, también, las personas que suman son las personas que simplemente se mantienen al margen, respetando nuestros cambios.

Las personas que restan creo que no es necesario describirlas porque básicamente si intervienen con juicios, críticas, desvaloración, negatividad… si son personas que quieren convencernos de que estamos equivocados o de que su forma de pensar es lo mejor para nosotros, sin duda restan. Es nuestro proceso y necesitamos protegernos de este tipo de personas.

Nos podemos encontrar con personas que aporten de forma ambivalente, es decir, en algunos momentos suma y en otros momentos resta, y por supuesto nos confunde; aquí vale la pena detenerse a analizar ¿Me suma más de lo que me resta o viceversa? Porque podemos tomar lo “bueno” y desechar lo “malo”, pero si nos quita energía tal vez sea mejor marcar límites.

 

Cuando delineamos los límites y se los hacemos saber a las personas, se pueden herir sensibilidades, es importante entender que no somos responsables de las reacciones de los demás. Solo somos responsables de protegernos y de construir nuestro propio camino. Luchamos solos, nos cuidamos solos, nos sostenemos solos. Si alguien no acepta nuestro cambio o nuestra lucha, o se incomoda con los límites que le colocamos, es algo que esa persona tiene que lidiar y trabajar, no nosotros. Es justamente en este punto, cuando el otro se queja, que solemos cuestionarnos e incluso tirar la toalla, y de nuevo repito: esta es tu lucha, tu proceso y su camino.

Si se tiene que romper todo, o cambiar todo, que así sea con tal de que seas fiel a ti.

 

 

Laura Barrera Iglio